lunes, 19 de agosto de 2013

Un monumento para Álvarez Guedes





Por Armando Añel
 
Los cubanos deberían levantarles monumentos a quienes los hacen reír. Guillermo Álvarez Guedes fue uno de ellos, y de los más destacados. Ahora que ha muerto, pero desde mucho antes, los cubanos debían hacerle una estatua en algún florido parque de Miami, incluso de La Habana o Matanzas.

Uno de los grandes errores de la cultura cubana (como de muchas otras, ciertamente), tanto en la Isla como en el exilio, ha sido levantarles monumentos a militares, políticos y pensadores –cuyo pensamiento tanto nos ha atrasado-- en lugar de a creadores, humoristas y empresarios (y a músicos, bailarinas, cocineros, etcétera), que son quienes en verdad lo merecen.

Un monumento para Álvarez Guedes, quien acaba de fallecer en Kendall, mi barrio, un 30 de julio de 2013. Sería una buena manera de iniciar la refundación cultural de Cuba, tan necesitada de un cambio drástico en este tercer milenio, y sacudirnos la rigidez acomplejada que ha convertido a la nación (al proyecto de nación), supuestamente tan dotada para la fiesta y la alegría, en un triste montón de escombros solemnes. Para luego es tarde.

Publicado originalmente en Neo Club Press


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