miércoles, 29 de septiembre de 2010

Un cuento de Adalberto Guerra


GENTE DE CAMPO


Si quieres, ahórrate el tiempo que te gastarás en leer la historia de mis padres, pudieras resumirla de la siguiente manera: Mis padres se amaron brevemente, tuvieron un hijo y se odiaron por el resto de sus días…..Fin


Mi padre, campesino terco y sin oficio, amó a mi madre campesina terca y sin oficio, a su manera. Construyeron una casa verde en Santa Ana de Viajacas, aún queda allí el cimiento y algunas tablas traspasadas por el aire, aún queda algún zapato enterrado en la terquedad del fango como si el tiempo hubiera sepultado todo, sepultado los pasos, las fotografías, las memorias, los nombres. La casa era de un verde que entra por los ojos como un chorro de luz incontenible. La ternura era verde o sin color, no había ternura entre las tablas de la casa que se había construido en medio de un terreno yermo donde mi padre se sentó anciano ya a nombrar sobre sus bienes a los hijos que no tuvo, a contar sobre un amor que nunca tuvo y murió y fue sepultado en fango, en el más absoluto de los silencios. Mis padres eran tan iguales que se odiaban y los perros de la casa les ladraban como si les vieran muertos, como si fueran el reflejo doble de un fantasma. La soledad les habitaba como una mosca en la punta de la nariz que todos miran en las conversaciones y nadie espanta. Mis padres se mataron uno al otro, se devoraron uno al otro y tranquilos se sentaron a contemplar sus cadáveres podrirse y a llorar el uno por el otro y así muertos tuvieron un hijo y lo colgaron sobre un muro como un tapiz de oro agujereado. Cortaron los horcones de la casa y la dejaron caer sobre sus lomos y soportaron el peso que un buey mismo se negaría a cargar, anduvieron por los límites de la propiedad sin detenerse, por un año, como buscando un hueco entre las tablas verdes para irse o meter la cabeza. Se vistieron de saco, se desconocieron el uno del otro. Los vecinos dejaron de llamarlos, de mirar sobre las cercas que dividían la cordura, nadie supo de ellos por un tiempo y fueron olvidados y la oscuridad penetró el verde y ahoyó el verde de tal manera que la luz que había antiguamente se fue yendo, las manos que abrazan uno al otro se acortaron.


Mis padres rompieron sus votos con palabras y partieron sus bienes como quien parte un pan con palabras, dejaron de mirarse, de pronunciar el nombre uno del otro y erigieron una frontera verde y se hizo la ley de los domingos en que se ponía un manta agujereada sobre el muro y cada cual tiraba fuerte. Y cuando la palabra no pudo juzgar sobre los bienes llegó la ley de las reparticiones, como gente de campo entramos en el pueblo vestidos con ropa de campo, con zapatos de campo caminamos directo al tribunal y nos seguían gente de pueblo, riendo como gente de pueblo. Se partió la tierra por cordeles, se contaron los perros, las gallinas, los cerdos todos, se repartieron los bueyes y los yugos, los arados de romper la tierra justamente, las medidas del agua justamente y cuando estaban equitativamente dividas en dos todas las cosas, hicieron una hoguera con lo que les pertenecía y ardieron en ella hasta extinguirse. Mis padres eran tan iguales que me cuesta trabajo separarlos por nombres y apellidos, o eran animales diferentes que se acostaron cerca uno del otro como se echa una manada de toros a pastar sobre la roca dura, y sin saberlo se encontraron.



Adalberto Guerra (San Antonio de Cabezas, Matanzas, Cuba, 1967). Poeta, narrador y editor. Reside en Palm Beach, Florida, desde 1994. Ha publicado recientemente “Cazadores de la sombra del ave” (Poesía, Editorial Velámenes). Este relato pertenece a “En el lenguaje lascivo de los perros”, libro de cuento que será presentado en los próximos meses por la Editorial Velámenes.

martes, 28 de septiembre de 2010

Tertulia del mes de octubre



La Otra Esquina de las Palabras anuncia su tertulia del mes de octubre:

Cine español: de la dictadura a la transición de los 80.

Una charla a cargo del escritor y periodista Eduard Reboll.

(Se proyectarán fragmentos de varias películas representativas del cine español)

Lugar: Café Demetrio
300 Alhambra Circle, Coral Gables
(305)448-4949
Viernes, 8 de octubre, a las 7:30 p.m.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Reinaldo García Ramos presenta testimonio sobre su salida por el Mariel



Por SARAH MORENO

Reinaldo García Ramos (Cienfuegos, 1944) considera que cada persona que vivió la experiencia de un viaje por el puente marítimo Mariel-Cayo Hueso tiene que contar su historia, para armar ``el rombecabezas'' que constituyó este evento histórico que en 1980 lanzó a más de 125,000 cubanos a buscar una nueva vida en Estados Unidos. El recuerdo de esos días traumáticos, tanto para los que se quedaron en la isla y dijeron adiós a sus familiares, como para los que, como él, lograron salir del país, se revive con Cuerpos al borde de una isla. Mi salida por el Mariel (Editorial Silueta), un testimonio novelado que el escritor lanza el próximo lunes en el Centro Cultural Español de Miami.

``El Mosquito era un campo de concentración. Los militares tenían armas largas y podían soltar a los perros, como ocurrió el día antes de que yo llegara, que se formó una riña porque no alcanzó la comida'', recuerda García Ramos, añadiendo que al arribar a El Mosquito --el lugar que servía de antesala para embarcar a Estados Unidos-- se les quitaba el pasaporte y quedaban a expensas de los militares.

``Ellos podían darte un tiro en la cabeza y nadie se enteraba'', precisa García Ramos, que cuenta los dramáticos eventos

empleando un tono periodístico, que surge tanto de su experiencia como editor de agencias de noticias como AP y UPI, durante más de una década en Nueva York, como de la distancia que él mismo se propuso establecer con estos acontecimientos.

``Traté de hacer un relato ameno, y a la vez captar la atmósfera de violencia e inseguridad'', precisa García Ramos, que en 1989 escribió una primera versión de sus experiencias partiendo del testimonio que grabó en 20 casetes, entre 1987 y 1989, por consejo de una amiga.

``Al cumplirse el 30 aniversario del Mariel, decidí retomar el libro. Mi perspectiva había cambiado porque la visión del ser humano va cambiando. La primera versión era más lírica porque respondía a mi estado de ánimo nueve años después de salir de Cuba. Treinta años después, mi relación con el material es menos dramática. Las cosas tremendas que pasaron siguen estando ahí, pero el libro tiene pasajes más irónicos, con un poquito de veneno'', explica García Ramos, que a la manera de Proust crea personajes ficticios partiendo de amigos, conocidos y participantes en los hechos.

Como escritor, García Ramos había sufrido la censura, cuando con la justificación de ``la escasez de papel'', se cerraron las Ediciones El Puente. Este fue un proyecto literario independiente que de 1961 a 1965 reunió a una generación de creadores jóvenes que comenzaban a dejar su impronta en las letras cubanas. Con El Puente, que contó con la energía organizadora del poeta José Mario, publicó García Ramos su primer poemario Acta (1962) a los 17 años. En el momento que ocurren los hechos de la Embajada del Perú y más tarde la apertura del Puente Mariel Cayo Hueso, García Ramos trabajaba en la Editorial Arte y Literatura.

Su decisión de pedirles a unas tías que vivían en Miami que enviaran un barco a buscarlo da pie a uno de los momentos más esclarecedores sobre la atmósfera represiva en ese mayo de 1980 en Cuba. Como tantos cubanos querían comunicarse con sus familiares en el exterior, en las afueras del edificio de la Compañía de Teléfono en La Habana se creó una larga fila. ``¡Ciudadanos, hay que hacer la cola de pie! ¡El que esté sentado va preso!'', son las palabras de los policías encargados de mantener el orden las que sientan la pauta de la actitud del Gobierno hacia los que desean abandonar el país. A partir de ese momento serán tratados como ``escoria'', lo último de la sociedad. Como narra García Ramos, en determinado momento ser parte de esa escoria puede ser una garantía de salida de Cuba.

``La persona se ve en esa atmósfera de inseguridad y sigue adelante porque está desesperada. Ha roto las amarras con la realidad aquella y cuando entra en el proceso de ir a la Estación de Policía, ya sabe que no hay vuelta atrás'', cuenta García Ramos, que consiguió una carta del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) que certificaba que era homosexual. Una de las ironías es que como pago por esta carta entregó su máquina de escribir --un objeto codiciado-- al Presidente del CDR, que se la lleva a escondidas.

Desde su exilio en Nueva York, García Ramos fundó la revista Mariel (1983-1985) junto a Reinaldo Arenas y Juan Abreu, para difundir la obra de los escritores de esa generación, y ya establecido en Miami, creó la revista digital de poesía Decir del agua (2002-2008), que se convirtió en un espacio para los poetas jóvenes.

``Al escribir Cuerpos al borde de una isla, pienso en los jóvenes, que eran niños o no habían nacido cuando el Mariel. Ellos tienen una idea muy vaga sobre estos hechos, sobre los que Cuba no ha dicho ni media palabra en el 30 aniversario'', apunta García Ramos sobre su voluntad de ser preciso y explicar los hechos para lectores no enterados. •

Reinaldo García Ramos presenta `Cuerpos al borde de una isla', en el Centro Cultural Español de Coral Gables, lunes, 7 p.m. 800 S Douglas Rd. #170, Coral Gables, (305) 448-9677.


Publicado originalmente en El Nuevo Herald el 23 de septiembre de 2010

Presentación del libro Cuerpos al borde de una isla (Mi salida de Cuba por Mariel), del escritor cubano Reinaldo García Ramos



Editorial SILUETA

Cordialmente invita

a la presentación del libro

Cuerpos al borde de una isla
Mi salida de Cuba por Mariel

del escritor

Reinaldo García Ramos

Lunes, 27 de septiembre de 2010
7:00 pm

Presentación a cargo de Luis de la Paz

Centro Cultural Español
800 S Douglas Rd. Suite # 170
Coral Gables, FL 33134
Tel. 305 448 9677 - Entrada gratis




Reinaldo García Ramos recibió en 2006 el XI Premio Internacional de Poesía Luys Santamarina-Ciudad de Cieza con su libro Obra del fugitivo, publicado ese año en Madrid por Ediciones Vitruvio. Nació en 1944 en Cienfuegos, Cuba, y terminó estudios de Letras en la Universidad de La Habana en 1978. Perteneció al grupo de escritores El Puente (1962-1964), con el cual publicó Acta (1962), su primer poemario. Desde 1980 hasta 2001 residió en Nueva York, donde trabajó de editor en varios órganos de prensa y fue traductor durante doce años en la Secretaría de las Naciones Unidas. Fue miembro del Consejo de Dirección de la revista Mariel (Nueva York, 1983-1985). Ahora vive en Miami Beach (Florida) y es Editor de la revista de poesía Decir del Agua (http://www.decirdelagua.com/), que fundó en 2002. Ha publicado los poemarios El buen peligro (Madrid, 1987), Caverna fiel (Madrid, 1993), En la llanura (Coral Gables, 2001) y Únicas ofrendas, cinco poemas (Madrid, 2004) y El ánimo animal (2008).

Cortesía: Edtitorial Silueta